domingo, 30 de enero de 2011

Todo fin tiene un comienzo...


Era tan solo una niña, una infante con ganas de jugar y divertirse cuando los hierros candentes y los látigos de siete colas golpeaban mi espalda dejándome marcas que me acompañarían toda la vida, podría hablarse de marcas de nacimiento. La muerte de una inocencia y el comienzo de una etapa de aprendizaje en el crudo mundo Berserker.
Intuyeron que podía ser buena luchadora, mis ataques, mis actos, todo mezclado para que ese cabello rojo se disimulara entre la sangre de cuerpos despedazados con mis propios dientes y uñas.

-Siente el dolor, mocosa! Siente la ira, deja de ser una cría insignificante! - gritaban mientras la espalda amoratada comenzaba a formar forma. Lejos estaba de aquella vida idealizada, de los prados y el grupo de niños. La mañana comenzaba con la preparación de los escudos y adornar el Drakkar con sus respectivas pinturas de guerra. Tras la comida comenzaban los entrenamientos bajo el ardor del sol de verano. Desnuda por completo me mostraban ante el resto de jóvenes de mi edad y equipada tan solo con una espada me hacían batallar contra el resto.

-No llegaras nunca a nada en esta vida, pelea mujer! Deja de llorar como una niñata!!!- los gritos en el corro iban sucediendo mientras mi ira crecía y la vista se me teñía de sangre. "Muerte" era lo único que pensaba en ese momento, me abalanzaba con destreza sobre el objetivo y daba estocadas a diestro y siniestro, siempre marcando arcos continuados que podrían cortar en diagonal a cualquiera. Cabe decir que más de una cabeza fue cortada ahí y algún joven no llegó a ver una guerra de verdad.

Al caer la noche me devolvían a mi celda, encogida por el odio que había acumulado durante el día, me ataban a los barrotes con sogas que quemarían mis muñecas y me colocaban una mordaza empapada con cerveza mezclada con cornezuelos de centeno. Se derramaba por mis comisuras mientras mi mandíbula se mantenía presionada y mis ojos tornados, ayudando eso a que lo ingiriera mezclándose con mi organismo.
Y los latigazos volvían, sin notar dolor al tener el cuerpo invadido por odio dejaba que me dejaran la espalda hecha un completo mapa.

Al fin la paz..me retiraban la mordaza y me dejaban cogida mientras buscaba, dentro de lo que cabía, una buena posición para tumbarme.

"Venganza" esas palabras tenían gran significado para alguien tan joven y a pesar de su estado, algún día podría cumplirlas, solo cabía esperar el tiempo que hiciera falta.

-Algún día..os juro que os matare a todos...os matare

2 comentarios:

Irewen dijo...

Pufff, difícil vida desde luego :S Uno puede entender mucho mejor a Sarien leyendo esto.

Kurent dijo...

La venganza es un plato que se sirve bien Frío...

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